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lunes, 2 de junio de 2008

Estar en clase

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Hace ya unas semanas comenzamos a tomar ciertos temas que trata Capella en un librito que nos pareció formidable y del que se discutió por acá.

En este caso, hacemos una brevísima reflexión, tomando algunas de las ideas del autor y apuntando algunas propias, respecto del estar en clase. Veamos.

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Los problemas preliminares

Parecería ser que ir a clase implica cierta toma de decisiones previas y lidiar con ciertas problemáticas puntuales. Por un lado, pueden ser clases muy numerosas (comisiones grandes, o clases magistrales que unen a varias comisiones) y no haber lugar físico o sillas suficientes; a veces el aula es un cubo de hielo (problemas de infraestructura típicamente argentinos) o directamente habiendo lugar físico, al profesor lo vemos ya a una distancia donde el sonido de su voz y sus muecas no coinciden, evidenciando una distancia excesiva.

Pero imaginando que hay lugar y —claro— que la clase es interesante: ¿Dónde se sienta uno? ¿Primera fila? ¿Al fondo? Tal vez lo principal sea sentirse cómodo. Que se pueda trabajar en sentido amplio: no perderse la clase, escuchar bien, tener luz suficiente, acceso visual a la pizarra (si es usada), etc. Cualquiera sea la elección, nada está dicho. No es que —como dicta la máxima de secundaria— “atrás están los vagos y adelante los ñoños”. Simplemente cada uno se siente cómodo en uno u otro lugar. La clave es poder estar cómodo en la clase y seguirla, si es que ello es, obviamente, de nuestro interés.

Seguir la clase vs. tomar apuntes

Parecerían ser tareas incompatibles, aunque ambas deseables. Hay quienes llevan una grabadora a la clase y problema resuelto: sigo la clase y luego la bajo. Las contras: implica un extra de tiempo (mínimo el doble) y de paciencia para pasar el material, implica tener la tecnología, implica depender demasiado de la grabación y en algunos casos el vicio de terminar estudiando de lo que se da en clase, cosa que en el 90% de los casos no es suficiente (triste realidad es que exista ese 10%).

Pero frente a la disputa de seguir la clase vs. tomar apuntes se torna más deseable —para el autor, aunque coincidimos— el seguir la clase.

Y es que lo importante en una buena clase no sólo es el contenido sino el modo en que se da. Los buenos profesores siguen un hilo central (producto a veces de años de experiencia) que en más o en menos está detallado pero que implica, en ciertos casos, un abandono momentáneo del camino central. Se pasa a navegar en los jardines improvisados extra-guión. Y ese momento es tan interesante como el eje central de la clase. Allí van ejemplos, comentarios, anécdotas, subtemas que probablemente el agarrotado escritor de la clase (aquel que tiene la ilusión de escribir todo lo que dice el profesor) no pueda disfrutar, o entender el carácter de accesorio que tienen esos comentarios. Simplemente se les pasa, no los agarra.

Además, tampoco podrá percibir el tono en que se dicen las cosas (allí está la riqueza del lenguaje), los gestos, las dudas, las vacilaciones del profesor. Todo eso no queda inmerso en el papel de quien intenta escribir todo, sin conocer el tema.

Es bueno observar y pensar. Si hay preguntas en clase, generalmente evidencian que cada uno recibe la clase de manera distinta. A cada uno le llega una clase distinta.
Entonces lo mejor es seguir el contenido y el sentido del discurso. El qué y el cómo. Si bien la última fila puede ser un buen punto de observación no debe ser traba para hacer alguna pregunta o pedir aclaración.

¿Hacer preguntas?

Ya lo dijimos en otra entrada: hay múltiples sentimientos y tensiones a la hora de hacer preguntas. El autor habla de inseguridad y timidez y nosotros le sumaríamos otras tantas complicaciones: receptividad del docente, apuro o dinámica de la clase. A veces el docente no gusta de las preguntas que le desafían su speech, y a veces la clase va volando porque “no se llegan con los temas”.

La timidez lo primero que nos dice es que uno debe mantener la boca cerrada. Sin embargo, nadie nace sabiendo y es loable pedir aclaraciones o plantear interrogantes. Eso sí: pensar la pregunta, hacer un machete o esquema si es necesario y luego pedir la palabra. Uno no se dirige al profesor, sino que automáticamente está hablando con el resto de los compañeros que inclinan la vista hacia uno. A veces las preguntas molestan a los compañeros, sea porque están deseosos de que la clase siga su hilo natural e irse lo antes posible, o bien porque la pregunta implique ampliar un tema o irse a cuestiones más profundas que no les despierta interés. Y a veces, les son indiferentes o incluso útiles. Puede que se pongan a charlar, que se escuche alguna burla o puede que no pase nada. Dependerá del grupo.

¿Sirven las clases? ¿Para qué sirven?

La respuesta es que sí. Sirven. Pero hay que ver cuáles de ellas y para qué sirven. Si pecamos de pesimistas, hay que decir que muchas clases son útiles para aprobar exámenes. Mejor dicho: son muy útiles para aprobar exámenes; pero no siempre lo son para aprender. Capella dice “una cosa es aprender y otra es superar exámenes (…). Es posible e incluso muy fácil superar exámenes sin haber aprendido absolutamente nada”. Nunca mejor dicho.

Las clases suelen dar idea de qué se va a tomar en un examen (ya hablamos de los vicios del abogado que da clase compinche que termina cada párrafo de su tema dando el status que tiene el contenido dentro del futuro parcial, usando sentencias como “pero bueno, esto ni lo lean porque no entra” o, “esto va seguro en el parcial” o “pero bueno, esto ni se toma”, etc.), pero no siempre implican un punto de partida para el aprendizaje. A título personal, debo decir que aprendo mucho en aquellas clases en las que el docente se sale del catequesis (que por lo general no es más que la repetición de lo que a posteriori va a decir el libro) y se va por esos jardines de la improvisación: su experiencia personal, sus casos, ejemplos, ideas, bibliografía no jurídica, debates, etc. Esas clases valen oro y si se conoce alguna cátedra que las tiene, hay que anotarse sin dudarlo. En esas se aprende.

Recuerdo a un profesor de Penal parte general que debía dar su clase. Siempre ingenioso para atrapar a su auditorio, ese día entró, abrió su laptop y puso “play” a un DVD. Allí mismo comenzó la primera escena de la película “Magnolia”. Cuando terminó dijo “lo paso una vez más”. Eso hizo y volvió a decir “Cualquier cosa estoy en el bufet; ustedes resuelvan el caso”. Bien podrían haberse ido todos los alumnos. Sin embargo, nos quedamos pensando y quemando el coco para resolver el caso. Nadie dijo nada; nadie se quejó por la rareza del planteo, ni que se hubiese ido antes de su clase. Todos se quedaron pensando el caso y aplicando todo cuando sabíamos de la acción, los tipos penales, las causas de justificación, la culpabilidad y un largo etcétera. (*)


Anyway, al margen de las clases, en el estudio del derecho la clave sigue estando en los libros. Sin libros estamos fritos. Como dice el autor: “el hábito de la lectura es imprescindible en esa profesión provisional de estudiante”.

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(*) Nos referimos a ésta escena de Magnolia [link]. Pueden adelantarla al minuto 2:35 y tienen un hermoso caso para entrenar conocimientos de penal parte general.
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5 comentarios:

nicolás dijo...

Dos cosas que quiero comentar con respecto al tema en cuestión:

1) ¡Qué feo y decepcionante cuando un profesor directamente dicta las clases! Es decir, directamente con sus escasísimas revoluciones dicta lo que vamos a encontra en el manual best-seller que vamos a encontrar en casa. Lo que pasa es que al parecer eso "garpa"; puesto que todos chochos copiando cual autómatas.

2) Segunda cuestión: qué buen caso el Magnolia. Me desarmó la cabeza (y me vino bien una semana antes de rendir).

Salud.
N.

Anónimo dijo...

Primero: nos ha pasado que el profesor nos haga apagar el grabador (estos de abogacia sienten amor por los derechos intelectuales).
Segundo: mi facu queda a tres horas de mi casa, o sea 6 de viaje, es un bajon cursar. Hago todo eso y me encuentro con profesores que....DICTAN EL CODIGO!!!. El que sea, civil, penal, laboral...Me quiero matar. Termino aprendiendo mucho mas en las materias "de relleno" que en as codificadas, asi que ya no las curso

Anónimo dijo...

Es un conflicto interesante el interés por grabar y el interés por no ser grabado.

Me parece bien que se respeten los derechos intelectuales pero no creo que la prohibición de grabar tenga que ver con su resguardo. Tal vez los que no quieran dejar su voz para el registro es para que luego no digan que no resisten al archivo.
O acaso algunos se creen que hicieron una gran contribución intelectual explicando lo que previamente leyeron en algún otro libro también protegido por los derechos intelectuales y no quieren dejar pruebas del plagio.
Como sea, los derechos intelectuales son protegidos con abstacción de que la obra sea buena, regular o mediocre. Todos son merecedores del resguardo legal.

Nunca entendí eso de grabar, no lo recomiendo: algunas clases son trementamente aburridas y encima después tener que volver a oirlas...; y si la clase está buena conviene mas parar las orejas y pasar un buen rato aprendiendo de un docente que vale la pena

Tomás Marino dijo...

Coincido.

Nada tiene que ver la prohibición de grabar con los derechos intelectuales. En tal caso esa postura sería jurídica y moralmente indefendible y profundamente repudiable. El docente está allí para dar clase y dar su conocimiento para que el alumno lo aproveche en la manera que quiera, copiando con lápiz, birome, laptop o grabando la clase.

Personalmente grabé clases el primer año en una materia. Poco me sirvió. Abandoné rápido esa práctica.

De los casos que he tenido de "no me graben", todos fueron una clara cuestión de ego y de no tener archivo con el cual tener que lidiar frente a un tema sopresa de examen, o pregunta maliciosa.

Siempre viene por ese lado. Rara vez es un consejo pedagógico sincero del docente.

Carla N. Moreyra dijo...

Este cuatrimestre curso penal parte general, asi que cuando tenga un buen bagaje de conocimiento, voy a estudiar el caso de "Magnolia"! esta muy interesante y me gustaria saber las razones de por qué fueron acusador por homicidio!! me gustan las clases en las cuales el profesor pone un video/nota/documental/etc, y nos propone "estudiar" en base a eso! para mi, no hay mejor forma de estudio que aplicar todo lo teorico a algun caso práctico! por lo menos, a mi, me sirve :)
Esta buenisimo tu blog! me encanta!

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