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martes, 17 de junio de 2008

Nueva Constitución Comentada y Concordada

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El equipo de redacción de quiero ser abogado dio con el próximo título de Editorial La Ley. Se trata de la nueva obra de Luís D´Elía titulada "Constitución Nacional de la Nación Argentina, comentada y concordada". El autor se ha acercado (en estos días) al Derecho Constitucional encontrando gran acogida entre juristas de gran renombre.

En los medios ya ha dado a conocer tal vez como adelanto de su obra nuevas interpretaciones del articulado constitucional que han generado importantes debates doctrinarios, asi como también una gran espectativa por su reciente trabajo.

Quiero ser Abogado accedió a la tapa y la adelantamos en exclusiva quedando, claro está, a la espera de la fecha de lanzamiento oficial.




jueves, 5 de junio de 2008

Freedom


En la entrada anterior se introdujo un tema que provoca arduo debate. En realidad sólo para algunos, para otros no hay mucho que debatir. La libertad individual es la libertad individual, y no se podrá limitarla bajó ninguna razón, salvo el límite que nuestra propia Constitución Nacional prevé (lo cual tiene una lógica intachable en un Estado de Derecho).

Es clara, y sabia, la Constitución al establecer que la libertad es la regla, y la intromisión estatal sólo la excepción.

Pensaba en cómo puede quedar redactado el precepto en forma totalmente inversa. Es decir, que establezca el sentido contrario, donde la libertad sea un favor limitado que se le concede al hombre y que no debe contrariar los fines del Estado.

Y lo encontré, gracias a Mariano Silvestroni. El artículo 62 de la Constitución Cubana establece lo siguiente:

"Ninguna de las libertades reconocidas a los ciudadanos puede ser ejercida contra lo establecido en la Constitución y las leyes, ni contra la existencia y fines del Estado socialista, ni contra la decisión del pueblo cubano de construir el socialismo y el comunismo. La infracción de este principio es punible"

Siguiendo al autor, las notas características de este principio son:

1) La regla no es la libertad, sino todo lo contrario: la postestad del Estado de restringirla (se habla de libertades reconocidas..)

2) La libertad puede ser limitada por la ley cualquiera sea contenido de ésta.

3) La libertad está a merced de criterios difusos de explícito tinte colectivista que permiten justificar cualquier tipo de resultado final.

4) Es imposible trazar a priori cualquier tipo de criterio jurídico que defina cuál es el ámbito de libertad individual, por lo que la regla constitucional no es una garantía individual sino una habilitación de poder estatal.

La diferencia entre un precepto y otro es más que clara.

Por las dudas Calamaro si querés irte de vacaciones buscá algún país un poco más liberal, o abstenete de hacer uso de tu libertad...

miércoles, 4 de junio de 2008

El Rock y el peso de la ley

ía.
Luego de ver a Peter Capussoto y sus videos (quien no sabe a qué nos referimos puede ver a la derecha del blog, el video de la semana), se nos ocurrió recordar algunas relaciones históricas entre el mundo del rock (aunque extensible a la frívola categoría de “famosos”) y el derecho en sentido amplio; esto es: juicios, leading cases, fallos de corte, problemas judiciales, macanas rockeras, etc.

Hoy: “Bazterrica, Gustavo Mario s/ Tenencia de Estupefacientes” y Andrés Calamaro deseoso de fumarse un porrito.

Gustavo Bazterrica

El estudiante de Derecho suele identificar la palabra “Bazterrica” con un fallo de Corte Suprema, de 1986 relacionado con la tenencia de estupefacientes. Pero Bazterrica, además de ser un muy admirable fallo de Corte, es una persona. Claro que sí. Gustavo Bazterrica es un guitarrista con una importante carrera en el rock nacional.

Se inició en la década del setenta junto a Raúl Porchetto. Formó parte de La Máquina de Hacer Pájaros, banda extraordinaria con la que grabó un par de discos. Fue guitarrista de Luis Alberto Spinetta e integró la mark II de Los abuelos de la Nada. Aparentemente por ciertas conductas poco profesionales (algunas relacionadas con al temática del fallo), cansó a sus compañeros hacia 1985, donde se salió (lo kickearon) finalmente de la banda. Compartió escenario con gente como Pedro Aznar, Rubén Rada, Pino Marrone, Rinaldo Rafanelli, Charly García, entre otros.

En su carrera solista grabó "Joven Blando", en el año 1987, junto con el fallecido Oscar Moro, Rinalido Rafanelli y tito Losavio en guitarra. En ese disco participaron Andrés Calamaro y Charly García. Además grabó "Bazterrícolas" en el año 1988.

¿Y ahora?

Siempre nos gustó el where are they now de los artistas desaparecidos. Acá va el nuestro: Gustavo Bazterrica (a.k.a. "el vasco"), quien hoy tiene 53 años, estuvo recluido de la música pero en los últimos tiempos ha estado realizando algunos shows, sobre todo en bares porteños. Presenta canciones de Los Abuelos de la Nada, reversionadas para trío sumado, con la suma de algunos temas propios. Ha participado, además, en la grabación de algún proyecto alocado de Nebbia de homenaje al Rock Argentino.

El fallo

Bazterrica, por esas razones de la vida del rock, fue encontrado con 3,6 gramos de marihuana y 0.06g de clorhidrato de cocaína, lo que le costó la inmersión en el tenebroso mundo de la justicia penal. Se trata de una época que el músico prefiere olvidar. Incluso de sus relatos parece concluirse que esta relación con las drogas podría haber tenido relación su retirada forzada de los Abuelos de la Nada.

En primera instancia fue condenado a la pena de un año de prisión en suspenso, $ 200 de multa y costas, como autor del delito de tenencia de estupefacientes, decisión confirmada por la alzada. Interpuesto el recurso extraordinario llega a la Corte de Belluscio, Bacqué (que había reemplazado a Genero Carrió en 1985), Petracchi (muy buen voto) y los disidentes Caballero y Fayt donde se declaró inconstitucional la penalización de la tenencia de drogas para uso personal, que en aquel tiempo estaba contemplada y tipificada en el art. 6 de la ley 20.771.

El fallo tiene partes sublimes y dignas de ser leídas en alguna clase de derecho constitucional, no obstante de esconder —de fondo— una discusión compleja y esencial: paternalismo vs. respeto por las libertades personales. Quien quiere un estado paternalista, activo y preocupado por interferir en el plan de vida de los ciudadanos, o -mejor dicho-, quienes son partidarios de limitar el ámbito de la autonomía personal en defensa de la seguridad y salubridad pública, probablemente renieguen del fallo. Otros, más liberales en su visión jurídica y política del Estado, que defienden una interpretación amplia de la autonomía personal, estarán felices con la sentencia. Lo que se predique del fallo, dependerá de qué ubicación ideológica se adopte. (*)

Este fallo ampliaría los derechos individuales y marcaría una inmejorable concepción de la intimidad de las personas frente al estado, que el constituyente estableció en el artículo 19.

Cinco años después, todo lo bueno que podía sacarse de los 3,6 gramos de marihuana y 0.06g de clorhidrato de cocaína que le fueran secuestrados al "Vasco", sería echado por la borda en el fallo “Montalvo” de la Corte funesta de Carlos Saúl.


Calamaro y sus ganas de fumarse un porrito.


Era un 19 de noviembre de 1994 en la ciudad de la Plata. En ocasión de un festival de rock, auspiciado por el mismo municipio de la Plata por el 112 aniversario de la fundación de la ciudad, con la presencia de más de 100.000 personas, Andrés Calamaro dijo algo como esto:

"Me estoy sintiendo tan a gusto que me fumaría un porrito..."


Mucha fue la mala suerte del autor de los únicos temas conocidos de Fabiana Cantilo, que un grupo de padres se enlistó en un ejército liderado por Alejandro Granillo Fernández, ex secretario provincial (que hizo las veces de patrocinante), quien denunció en la Justicia Federal que las palabras de Calamaro no eran más que una instigación al consumo de drogas, por lo que solicitaron su procesamiento.

Frente a tan obtuso planteo, en primera instancia fue sobreseído. El cantautor había dicho que lo que intentó hacer era "comunicarse con el público más pesado y evitar hechos de violencia" que se estaban dando en cierto sector del público.

Pero no felices estos padres, y siempre con la mente puesta en la salud de sus hijos, apelaron y fueron a la alzada. La Cámara revocó el fallo y Calamaro fue procesado; situación en la que estuvo -por si todavía no nos da suficiente vergüenza- por más de 11 años.

Finalmente el cantante fue absuelto por la justicia federal (TOF de la Plata, sala I) en un juicio oral muy breve. El delito en juego está tipificado en la Ley de estupefacientes que prevé -en su art.12- de 2 a 6 años de prisión para quien preconizara o difundiera públicamente el uso de drogas o indujera a otros a consumir. El propio fiscal Carlos Dulau Dumm, solicitó en aquélla audiencia de no más de una hora, que se lo absuelva reconociendo que habría que pedir disculpas al artista por el tiempo transcurrido desde el inicio de la causa.

Sería bueno saber si realmente le pidieron disculpas. Y por un juicio oral de 1 hora, luego de 11 años de procesamiento, al menos hubiese estado bueno que lo dejen tocar algunas canciones, que bastante bien las compone. Eso sí, la que habla de fumar un porrito mejor dejarla para otro día.

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Esperemos seguir la saga con otros casos. Se aceptan ideas, claro.

(*) Reflexión que le corresponde a Miguel A. Ekmekdjian

lunes, 2 de junio de 2008

Estar en clase

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Hace ya unas semanas comenzamos a tomar ciertos temas que trata Capella en un librito que nos pareció formidable y del que se discutió por acá.

En este caso, hacemos una brevísima reflexión, tomando algunas de las ideas del autor y apuntando algunas propias, respecto del estar en clase. Veamos.

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Los problemas preliminares

Parecería ser que ir a clase implica cierta toma de decisiones previas y lidiar con ciertas problemáticas puntuales. Por un lado, pueden ser clases muy numerosas (comisiones grandes, o clases magistrales que unen a varias comisiones) y no haber lugar físico o sillas suficientes; a veces el aula es un cubo de hielo (problemas de infraestructura típicamente argentinos) o directamente habiendo lugar físico, al profesor lo vemos ya a una distancia donde el sonido de su voz y sus muecas no coinciden, evidenciando una distancia excesiva.

Pero imaginando que hay lugar y —claro— que la clase es interesante: ¿Dónde se sienta uno? ¿Primera fila? ¿Al fondo? Tal vez lo principal sea sentirse cómodo. Que se pueda trabajar en sentido amplio: no perderse la clase, escuchar bien, tener luz suficiente, acceso visual a la pizarra (si es usada), etc. Cualquiera sea la elección, nada está dicho. No es que —como dicta la máxima de secundaria— “atrás están los vagos y adelante los ñoños”. Simplemente cada uno se siente cómodo en uno u otro lugar. La clave es poder estar cómodo en la clase y seguirla, si es que ello es, obviamente, de nuestro interés.

Seguir la clase vs. tomar apuntes

Parecerían ser tareas incompatibles, aunque ambas deseables. Hay quienes llevan una grabadora a la clase y problema resuelto: sigo la clase y luego la bajo. Las contras: implica un extra de tiempo (mínimo el doble) y de paciencia para pasar el material, implica tener la tecnología, implica depender demasiado de la grabación y en algunos casos el vicio de terminar estudiando de lo que se da en clase, cosa que en el 90% de los casos no es suficiente (triste realidad es que exista ese 10%).

Pero frente a la disputa de seguir la clase vs. tomar apuntes se torna más deseable —para el autor, aunque coincidimos— el seguir la clase.

Y es que lo importante en una buena clase no sólo es el contenido sino el modo en que se da. Los buenos profesores siguen un hilo central (producto a veces de años de experiencia) que en más o en menos está detallado pero que implica, en ciertos casos, un abandono momentáneo del camino central. Se pasa a navegar en los jardines improvisados extra-guión. Y ese momento es tan interesante como el eje central de la clase. Allí van ejemplos, comentarios, anécdotas, subtemas que probablemente el agarrotado escritor de la clase (aquel que tiene la ilusión de escribir todo lo que dice el profesor) no pueda disfrutar, o entender el carácter de accesorio que tienen esos comentarios. Simplemente se les pasa, no los agarra.

Además, tampoco podrá percibir el tono en que se dicen las cosas (allí está la riqueza del lenguaje), los gestos, las dudas, las vacilaciones del profesor. Todo eso no queda inmerso en el papel de quien intenta escribir todo, sin conocer el tema.

Es bueno observar y pensar. Si hay preguntas en clase, generalmente evidencian que cada uno recibe la clase de manera distinta. A cada uno le llega una clase distinta.
Entonces lo mejor es seguir el contenido y el sentido del discurso. El qué y el cómo. Si bien la última fila puede ser un buen punto de observación no debe ser traba para hacer alguna pregunta o pedir aclaración.

¿Hacer preguntas?

Ya lo dijimos en otra entrada: hay múltiples sentimientos y tensiones a la hora de hacer preguntas. El autor habla de inseguridad y timidez y nosotros le sumaríamos otras tantas complicaciones: receptividad del docente, apuro o dinámica de la clase. A veces el docente no gusta de las preguntas que le desafían su speech, y a veces la clase va volando porque “no se llegan con los temas”.

La timidez lo primero que nos dice es que uno debe mantener la boca cerrada. Sin embargo, nadie nace sabiendo y es loable pedir aclaraciones o plantear interrogantes. Eso sí: pensar la pregunta, hacer un machete o esquema si es necesario y luego pedir la palabra. Uno no se dirige al profesor, sino que automáticamente está hablando con el resto de los compañeros que inclinan la vista hacia uno. A veces las preguntas molestan a los compañeros, sea porque están deseosos de que la clase siga su hilo natural e irse lo antes posible, o bien porque la pregunta implique ampliar un tema o irse a cuestiones más profundas que no les despierta interés. Y a veces, les son indiferentes o incluso útiles. Puede que se pongan a charlar, que se escuche alguna burla o puede que no pase nada. Dependerá del grupo.

¿Sirven las clases? ¿Para qué sirven?

La respuesta es que sí. Sirven. Pero hay que ver cuáles de ellas y para qué sirven. Si pecamos de pesimistas, hay que decir que muchas clases son útiles para aprobar exámenes. Mejor dicho: son muy útiles para aprobar exámenes; pero no siempre lo son para aprender. Capella dice “una cosa es aprender y otra es superar exámenes (…). Es posible e incluso muy fácil superar exámenes sin haber aprendido absolutamente nada”. Nunca mejor dicho.

Las clases suelen dar idea de qué se va a tomar en un examen (ya hablamos de los vicios del abogado que da clase compinche que termina cada párrafo de su tema dando el status que tiene el contenido dentro del futuro parcial, usando sentencias como “pero bueno, esto ni lo lean porque no entra” o, “esto va seguro en el parcial” o “pero bueno, esto ni se toma”, etc.), pero no siempre implican un punto de partida para el aprendizaje. A título personal, debo decir que aprendo mucho en aquellas clases en las que el docente se sale del catequesis (que por lo general no es más que la repetición de lo que a posteriori va a decir el libro) y se va por esos jardines de la improvisación: su experiencia personal, sus casos, ejemplos, ideas, bibliografía no jurídica, debates, etc. Esas clases valen oro y si se conoce alguna cátedra que las tiene, hay que anotarse sin dudarlo. En esas se aprende.

Recuerdo a un profesor de Penal parte general que debía dar su clase. Siempre ingenioso para atrapar a su auditorio, ese día entró, abrió su laptop y puso “play” a un DVD. Allí mismo comenzó la primera escena de la película “Magnolia”. Cuando terminó dijo “lo paso una vez más”. Eso hizo y volvió a decir “Cualquier cosa estoy en el bufet; ustedes resuelvan el caso”. Bien podrían haberse ido todos los alumnos. Sin embargo, nos quedamos pensando y quemando el coco para resolver el caso. Nadie dijo nada; nadie se quejó por la rareza del planteo, ni que se hubiese ido antes de su clase. Todos se quedaron pensando el caso y aplicando todo cuando sabíamos de la acción, los tipos penales, las causas de justificación, la culpabilidad y un largo etcétera. (*)


Anyway, al margen de las clases, en el estudio del derecho la clave sigue estando en los libros. Sin libros estamos fritos. Como dice el autor: “el hábito de la lectura es imprescindible en esa profesión provisional de estudiante”.

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(*) Nos referimos a ésta escena de Magnolia [link]. Pueden adelantarla al minuto 2:35 y tienen un hermoso caso para entrenar conocimientos de penal parte general.
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Abogado vs Cuervo

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En una de las primeras entradas a este blog reseñamos "los 10 mandamiento" de Eduardo Couture. Alguien no los leyó.

Refrescando un poco. Couture nos decía "sé leal con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú dices; y que, en cuanto al derecho, alguna que otra vez debe confiar en el que tú le invocas".

¿Por qué afirmo que alguien no lo leyó?

En el semanario de noticias Noticias & Protagonistas de José Luis Jacobo se publicó una nota titulada "cuervos". La nota completa se puede leer aquí, y no es la tarea que me propongo reseñarla ni comentarla (la nota es bastante self-explanatory). Simplemente resaltar que se trata de un caso sucedido en la ciudad de Mar del Plata; un abogado que estafa a su propio cliente por una suma de dinero interesante, haciendole creer que la suma a percibir a raiz de un accidente de tránsito que le provocaron fractures múltiples y otros traumatismos, era otra distinta de la que estableció la sentencia, cuya copia el cliente nunca tuvo oportunidad de leer...

Da para reflexionar sobre el mandamiento que proponía Couture. "Sé leal" nos decía el gran oriental. ¿Qué falló para que este abogado mutase a cuervo? Me pregunto; ¿se puede mutar a cuervo? ¿o cuervo se nace? ¿es realmente ABOGADO quien hace esto? ¿merece serlo?

Sigo con muchos interrogantes que no alcanzo a poder responderme fruto de mi ignorancia. Me pregunto si se puede trabajar para prevenir este tipo de conductas. En las facultades de Derecho vamos a recibirnos de abogado. ¿nada más? En cuanto a la ética profesional, o cosas por el estilo, ¿no debería esto ser motivo de análisis y debate?

Por lo pronto mi granito de arena es traer de vuelta a Couture; quizás alguien cambia de opinión a tiempo y se decide por ser LEAL.