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miércoles, 28 de mayo de 2008

Sana crítica


"...here is the public minister who will say some very unpleasant things to you... so try to cry a little from one eye at least...it usually does some good..."

martes, 27 de mayo de 2008

Funes, el estudiante de abogacía




"Había aprendido sin esfuerzo el inglés, el francés, el portugués, el latín. Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos. La recelosa claridad de la madrugada entró por el patio de tierra."

Funes el memorioso, de Jorge Luis Borges




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lunes, 26 de mayo de 2008

Rindiendo Derecho Penal parte especial

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Situación: profesor acomodando papeles, a punto de comenzar la clase de penal parte especial:

— Bueno veo que ya les entregaron las notas; bastante bien rindieron. ¿Qué les pareció el examen? — Un breve silencio ocupa la sala. Como siempre, nadie tenía nada para decir. Bueno. Casi nadie.
— A mi particularmente no me gustó — dije con un tono respetuoso de manera de no quedar como un patán pero tratando de hacer notar que algo tenía para decir.
— ¿No? ¿Por qué? ¿Te fue mal?
— No, por el contrario, me fue muy bien. Sin embargo me dio la sensación de estar frente a una maratónica carrera contra la memoria a corto plazo.
— No entiendo — replica el profesor.
— Claro, me dio la sensación de que frente al examen — y mientras decía esto, por suerte, logré ciertos movimientos de cabeza de algunos compañeros de clase que asentían lo que decía — se transformó en un desafío consistente en acordarse la mayor cantidad de artículos posibles. Es algo común en esta carrera, pero en este caso era ya desbordante. El temario era enorme y no había más que describir el tipo penal, tipo objetivo-subjetivo-consumación-tentativa y alguna que otra cosa más. Como una mini receta de cada tipo penal. Sólo eso. Aun en temas picantes como el aborto, o los delitos contra el honor, donde hay mucha tela para cortar, lo que se pedía era estrictamente normativo y acotado. Ni siquiera en clase se prestó para el debate. Fue muy exegético todo el tratamiento en clase y el planteo del examen mismo.
— No claro, pasa que sino nos atrasamos para la segunda parte. Pensá que son un montón de temas y ahora se suman las leyes especiales.
— Sí, entiendo, pero el problema es que hay muchos que desaprobaron y sacando alguna excepción me animo a decir que son personas que no tuvieron la posibilidad de recordar al momento de dar el examen el delito en particular. Es decir, desaprobó no quien no sabe, o quien no entiende, sino quien no recordó uno de montones de artículos. No es que hayan puesto que el homicidio es un delito de peligro abstracto, sino que de los casi 150 artículos que entraban, justo no recordaron lo que preguntaron — dije, sabiendo que el argumento era por demás débil y no me supe hacer entender.
— Sí bueno, pero vos pensá que el examen escrito no hay otra manera de tomarlo. Es peor si poníamos un tema y que desarrollen todo. Es muy complicado — dijo el profesor.
— No sé si es tan complicado y no tiene que necesariamente ser así. Fueron tres preguntas cuyo título era el nombre de un delíto. Hay que reconocer que el examen era un desafío mnemotécnico. Tal vez pueda tomarse oral o de alguna otra manera.
— Oral imposible —dijo de manera instantánea, casi espantado— porque no hay tiempo. Imaginate todos ustedes dando oral — dice mientras señala a la audiencia. Con decir la palabra oral me gané a 3/4 de la comisión en contra.
— Tal vez ver algo más de práctico. En penal parte general el titular hacía mucho incapié en el análisis de casos y realmente era muy producente — tiré como idea, sin pensar bien si era aplicable a penal especial. Y es que realmente no sabía cómo era un examen "menos injusto" para penal especial. Pero lo que fue ese parcial, era impresentable. Era estudiar una pequeña fórmula para cada tipo penal con la conditio sine quanon de tener que recordarlo de memoria; caso contrario fuiste.
— Sí, pero eso implica ver los temas con otra profundidad. Los casos prácticos implican otra manera de dar la materia. Más profunda y estudiada.
— ... — en mi silencio le dije "me acabás de insultar" y se dio cuenta.
— Yo casos prácticos no quiero — dijo una señora abruptamente, con risas cómplices de fondo mientras sostenía en su mano, una guía de estudio marcada con los colores primarios.
— Yo no digo que tenga que ser de una u otra manera; me corrijo. Lo que digo es que tal vez exista una manera de hacer que el examen sea menos injusto. Sea oral o escrito, con o sin prácticos no lo sé. Eso lo debe decidir el titular que es el que sabe qué es mejor. Pero — y se lo dije a la señora — todos estabamos afuera antes del examen diciendo lo bizarro que era tener que acordarse tantos artículos de memoria. Artículos que, cualquiera sabe, se nos olvidan al día siguiente. Estamos estudiando la materia de memoria, recordando artículo por artículo. Me parece que es la peor manera de estudiarlo y debería poder aunque sea criticarse e intentar ver si existe otra manera.
— A mi no me pareció tan injusto — dice el profesor —, se les tomó lo que se dio en clase. Ni consigna había. Simplemente desarrollar los elementos básicos del tipo. No se bien a qué te referís. Además a todo el mundo le fue bien.
— Ok.
— Pero yo entiendo tu planteo — dice el profesor que me miraba sabiendo que yo había abdicado de seguir el diálogo.
— Ok.
— Bueno. Arrancamos. Hoy arrancamos con exacciones ilegales. Alguien que lea el 266 por favor...

viernes, 23 de mayo de 2008

Seremos pelotudos entonces.

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Para Jose Pablo Feinmann cualquier pelotudo tiene un blog.

Y es que Feinmann, ese nuestro filósofo que habla de Kant con letritas que lo rodean en el canal Encuentro, dice que en la Argentina, no hay pelotudo que no tenga un blog. No cansado con ello, critica la prosa blogueríl y un democratismo que a él le parece agraviante para con el lector. La feria del libro son una manga de boludos que miran Tinelli y poco leen y unas tantas cosas más. Todo eso dijo, con uno tono como de falsa indignación, con aires de mirá lo que me animo a decirte. Siempre a sabiendas de que en el fondo, comete las más estupidas de las falcias que no es otra cosa que mandar en una bolsa enorme a mucha gente. Generalizaciones torpes y mediocres. Bastante pobre su retórica.

Como sea, su diatriba para con las nuevas tecnologías no merecen más que la lástima (estadio incluso más bajo que la mera indignación). Su evidente desconexión con el mundo de internet, su falta de interés en hacerlo, y tal vez su clara intención de llamar un poco la atención, hicieron que salga por un videito de por ahi a hablar mal de los blogs.

Daniel Capalbo, para Crítica Digital, se enojó bastante en este artículo y alguna nota de infobae relata sus dichos por acá.

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Hay blogs lindos y otros feos, abuelo. No se enoje. Y para gusto de su ego, no le vamos a insultar. La gente que tiene estas actitudes es lo que, por lo general, más desean.

Por lo pronto, me considero un típico argentino pelotudo con un blog. Dios no permita que la palabra quede en manos de pocos que tienen buena prosa y no le faltan el respeto al lector.

Vivan los blogs, viva la mala prosa y viva la democratización de la palabra, canejo.


lunes, 12 de mayo de 2008

¿El derecho se estudia de memoria?

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Una vez un amigo me dijo que estudiar derecho era un lío porque había que saberse todas las leyes de memoria. Frente a eso, en una actitud casi corporativa, le dije que no era así sino que implicaba otras cualidades y aptitudes. Al fin y al cabo, Alberdi decía que saber leyes no es saber derecho.

Aun cuando las palabras de Juan Bautista queden resonando de fondo, me pregunto qué aptitudes priman en el estudio del derecho: ¿La memoria? ¿El llamado “sentido común”? ¿El razonamiento? Aclaremos que estamos siempre hablando del estudio universitario: la tarea común a todo estudiante. El aprendizaje diario con la mira puesta en la evaluación o parcial. Distinto será el estudio del abogado o jurista ya recibido que se aboca a la preparación de un tema, de una tesis o un caso. Allí el modus operandi cambia así como también el bagaje cognitivo con el cual esa persona encara un texto, lo que hace totalmente inviable muchas de las cosas que planteamos.

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Si hay algo que hemos notado con mis compañeros es que hay determinadas frases o latiguillos que los docentes suelen usar (y la mayoría de las veces tienen razón): “no estudien de memoria”, “razonen”, “usen el sentido común”, “usen la lógica jurídica”, etc. Son el comodín de algunos profesores, tal como lo es la pentatónica para el rockero. ¿A qué se refieren con todo esto?. Me doy el lujo de imaginar algunas definiciones –obviamente– especulativas.

La memoria parecería ser la aptitud de recordar artículos, de manera casi literal o cuanto menos muy aproximada al original. Muchos, incluso, usan una memoria visual donde al nombrar un artículo de un código determinado, ya están viendo en su cabeza a la página de su código donde tienen el enunciado, el cual leen y recitan de manera privilegiada. Sea cual fuere el modo en que funciona el cerebro, la idea clave es la literalidad de lo que se quiere representar. No se recuerda el concepto en sí sino el artículo, dato, fecha. Si hablamos de conceptos, no hay dos respuestas que sean iguales. Si hablamos de memoria, ante la misma pregunta siempre se repite el mismo enunciado, dato o fecha de que se trate. Se recuerda exactamente lo que se desea representar.

El “razonamiento” que refieren algunos docentes no se refiere al uso o acepción más propia de la palabra (alguien razona cuando brinda un conjunto de enunciados en apoyo de una idea central, en aras de persuadir a su interlocutor), sino al hecho de pensar. Un pensar pensado, meditado. Es trabajar con el material aprehendido (usando la memoria) y poder utilizarlo para generar estructuras de pensamiento cuanto menos inteligibles, coherentes. Usar el material para concluir lo que sea dable concluir. Si estudio los principios y garantías que rigen en un proceso penal y a la par afirmo que es el imputado quien debe probar su inocencia, evidentemente falló el razonamiento. Incorporé el material (tal vez pudiendo recitar todas las definiciones), pero no estoy razonando correctamente con esos conceptos.

Sentido común: Nosotros no nos preguntamos si el derecho es sentido común [clic], sino que nos preguntamos si en el estudio del derecho también tiene cabida el sentido común. La postura es ecléctica.

Usar el sentido común para estudiar derecho es usar una forma de pensamiento lego, no letrada. Es pensar no-jurídicamente. Eso, lo que permite, es garantizar un mínimo de coherencia respecto de aquello a lo que estemos concluyendo o aquello que estemos analizando. Si luego de estudiar obligaciones, me pregunto si puedo ceder libremente un crédito del cual no soy titular, el sentido común me puede dar una respuesta (al menos en grado de tentativa). Si creo que puedo vender válidamente un inmueble que no es mío, el sentido común me dirá que probablemente me esté equivocando. Si leo el apunte de mi amigo que dice que en el escrito de demanda civil debo mencionar hechos controvertidos, puedo, usando el sentido común, animarme a corregirlo. En estos casos la respuesta, corrección o crítica proviene de la propia experiencia, ajenas a “lo jurídico”.

Si se mira del revés, incluso nos permite inferir una norma que aun no conocemos o una conclusión cuya base legal ignoramos. “No puedo donar algo que no es mío: la verdad no se qué norma lo dice, pero tal vez es una cuestión de sentido común que así sea”.

El sentido común evita el error grosero, evita la equivocación grave. Pero ojo: los valores que subyacen a los preceptos que ese sentido común toma como válidos, no siempre son los que marcan las leyes. Su aplicación, entonces, es limitada si hablamos del estudio de las materias. A no confiarse demasiado.

Sobre la lógica: la lógica es una disciplina autónoma cuya definición no viene al caso, pero sí corresponde marcar que en su uso tradicional se lo considera sinónimo de sentido común, o –en algunos casos– como indicador de que un determinado pensamiento responde a una estructura particular (deductiva, inductiva, etc.). Algo es lógico, cuando es dable pensar que así sea, o cuando es natural que así se presenta conforme a ciertas reglas que rigen el propio pensamiento o la disciplina a que se refiera el enunciado. Es lógico que alguien se enoje si se le pega sin razón. Es lógico que si pido la nulidad, deba demostrar el perjuicio y el interés que tengo para ello.


Entonces ¿Razonar o memorizar?

Hay que hacer, para bien o para mal, ambas cosas:


1. La memoria y su mala fama

Está mal vista; no tiene buena fama. Sin embargo la consideramos imprescindible. Cuando uno razona, lo hace respecto de determinados materiales que previamente conoce. Lo hace con enunciados de hecho, o de derecho, con los cuales construye una determinada idea. Sin embargo esos enunciados y esos elementos no vienen de la nada; hay que adquirirlos. Saber qué pena tiene un homicidio simple no puede sino ser adquirido a través de la lectura de un enunciado y su incorporación. Es un dato, y como tal, no se retiene sino a través de la memoria. Una cosa es discutir si una simulación es lícita o no, y otra es saber qué entendió Vélez por simulación en el 955 o cuándo prescribe la acción. Éstos son datos que se deben estudiar y memorizar, en tanto que aquello es un razonamiento propiamente dicho.

Huelga decir que hay una memoria a corto-medio plazo y una a largo plazo (o de conocimiento ya incorporado o automatizado). Un estudiante no tiene que releer el art. 51 para saber qué es una persona visible en cada uno de los civiles que estudia, porque su uso continuo implica ya una incorporación definitiva del término. Pero sí puede tener que repasar los supuestos en los que un testigo en juicio civil puede negarse a responder una pregunta. Es de desear para todo estudiante, que todo quedase en una memoria a largo plazo, fijadito. Pero es muy difícil, claro.

No está mal, entonces, estudiar usando la memoria porque, como dijimos, hace a la esencia misma de la disciplina: incorporar datos normativos, datos del deber ser (o doctrinarios, históricos, o lo que sea) con los cuales se harán, con suerte y a posteriori, razonamientos y conclusiones de todo tipo. Hay que saber qué dice tal código, o qué dijo tal autor. Eso no se razona si no que se incorpora. Lleva tiempo y repetición (al menos en mi caso); el razonamiento no tiene esos requisitos. O no en la misma medida.

En resumen: es mentira que en el derecho la memoria no sirve. Sirve y mucho. Pero sólo si es acompañada de otras aptitudes. La memoria ayuda a adquirir la materia prima, nos da aquello sobre lo que vamos razonar. Pero si no razonamos y sólo nos quedamos con los datos, estamos fritos: es tener harina y huevo y no saber hacer la torta.

2. Razonar

Si la memoria ayuda a integrar la materia prima, el razonamiento es la forma de crear el producto, la manufactura. Sabiendo lo que es una simulación y sabiendo cuándo prescribe su acción (datos), podemos ver si el caso que nos plantea el examen es o no un supuesto de la misma, y en tal caso, si puede o no existir la posibilidad de acudir a la justicia por parte del ofendido (razonamiento).

De hecho, podría pensarse al razonamiento propio del estudiante de derecho, como la actividad intelectual que, utilizando material normativo, fáctico o incluso doctrinario, sirve para entender, aprender, analizar, relacionar y concluir otros enunciados tanto jurídicos como fácticos.

Y es que estudiar razonando es esencial. No sólo leer un tema sino conectarlo con otros, plantearse incógnitas, ejemplos prácticos, etc. Todo eso hace al entender un tema y parecería ser en muchos casos, el complemento ideal de la memoria. Cuando se razona con los elementos que uno incorpora (artículos, datos, definiciones) los hace pasar, sin darse cuenta, de la memoria a corto plazo a largo plazo. Del olvido al día siguiente del parcial, al conocimiento fijado.

Es por eso que el razonamiento y la memoria se complementan. Son imprescindibles ambos y deben ser usados en su justa medida. La memoria sin razonamiento, sin trabajo intelectual respecto de los datos memorizados, es vacía; es estéril. El razonamiento sin memoria lamentablemente es imposible. Es hacer un asado sin carne. No hay con qué razonar.

¿Y en el examen?

Los exámenes tienden a acentuar una y otra aptitud: o bien son muy memorísticos, o bien son prácticos o de razonamiento. Todos hemos tenido amigos que preparan parciales para otras carreras y vemos que lo hacen con suma tranquilidad, sin demasiadas horas dedicadas. Ello no es porque sea más fácil sino porque en su disciplina particular, primará el razonamiento antes que el conocimiento memorístico de datos.

En derecho, depende del talento del docente a la hora de confeccionar el cuestionario. Pero hay que reconocer que, para desgracia de los docentes (y de los alumnos), muchas veces lo memorístico de un parcial es una derivación del propio saber que se evalúa. En otras palabras: hay ciertas disciplinas y materias que hacen que necesariamente un examen apunte a la memoria. Claro, que hay otras materias que no tienen esa característica e igualmente los docentes tienden a crear parciales al estilo "desafío mnemotécnico" cuando tranquilamente se podrían evaluar tanto los contenidos como los razonamientos que realiza el alumno sin atarlo a que un mal momento (laguna, desconcentración) lo deje al borde del dos.

Podría pensarse que la evaluación ideal es aquella que no haga depender la respuesta de la pura memoria y que, por el contrario, pueda darle la oportunidad al alumno de mostrar qué tipo de trabajo puede hacer con los conceptos que, se supone, conoce. Que muestre que sabe y que muestre qué piensa con lo que sabe.

A fin de cuentas el abogado, según me dijeron y salvo contadas ocasiones, ejerce su profesión a libro abierto.

jueves, 8 de mayo de 2008

Prendan la tele: Zaffaroni, Bossert, Rafecas, Garrido y otros, hablan de la Justicia

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Si bien la tele hoy día no es algo que nos llame demasiado la atención (internet tiene responsabilidad en ello) tomamos conocimiento de algo que puede ser interesante. Sobre todo por el horario y día: típico de pantuflas y alguna infusión calentita.

Se trata de Argentina para Armar, de Maria Laura Santillán (a quien le confieso mi platónico amor, así, sin tapujos ni vueltas) que se emite por Todo Noticias los días Domingo a las 22hs.

En este caso se trata de una emisión diferente y que nos toca de cerca. Están invitados el Dr. Eugenio R. Zaffaroni (Ministro de la Corte Suprema), el Dr. Gustavo Bossert (ex Ministro), Daniel Rafecas (Juez federal) además de Manuel Garrido y algún otro que nos estamos olvidando. (*)

¿De qué van a hablar? Las consignas del encuentro rodean a la administración de justicia y a una eventual reforma judicial. Por qué la justicia es lenta, por qué es ineficaz y por qué es corrupta. Cómo puede ser revertida la mala imagen y qué desafíos existen hoy día para ello.

Una velada jurídica interesante como para tener en cuenta.

Agendenlon que promete.

(*) Seba nos recordó cuál era la invitada que habíamos olvidado. Se trata de Hilda Kogan, actualmente Ministra de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires.

miércoles, 7 de mayo de 2008

El plan de estudio de abogacía y los centros de ¿estudiantes? de la UBA


Hagamos un ejercicio de imaginación. Pensemos en la siguiente situación:

… Un buen día en un aula de alguna Facultad de Derecho, en la clase de Derechos Reales, imaginemos, la profesora, siguiendo el cronograma de clases preparado por la titular de Cátedra (que en realidad ni se acuerda que tiene muchas comisiones a su cargo), empieza a dialogar con los alumnos introduciendo el tema del viejo principio romano que establece que nadie puede trasmitir un derecho mejor, ni mayor, del que detenta al momento de la transmisión del mismo. Imaginemos ahora que un alumno levanta la mano y se queja. Al preguntarle la profesora cuál es su inquietud, el alumno responde que ese tema debería verse más adelante, que es difícil de comprender, que debería dejarse como última bolilla. La profesora intenta explicarle que ello es en vano, y que siendo la última bolilla de la materia las acciones reales, no podrá comprender éstas sin comprender de qué se trata el principio romano que ella intentaba explicar. El alumno no contento con ello, se marcha de la clase disgustado. Algunos días después, empieza a repartir volantes, folletos, realiza asambleas, para demostrar que la profesora está equivocada, y que el cronograma en realidad debía ser como los alumnos lo creían debía ser…

¿Puede un alumno enseñarle algo a un profesor? Sí. Seguramente que sí. Una infinidad de cosas podría aprender un profesor de un alumno. (De hecho esto consta simplemente del ver el post anterior de Tomás). Reformulando la pregunta: ¿puede un alumno enseñarle cómo debería armar el cronograma de la materia, en el ejemplo, derechos reales, al profesor? Yendo un poco más allá: ¿pueden los alumnos modificar, o impedir que se modifique, un plan de estudio de toda la carrera?

En noviembre del año pasado, la autoridad competente de la Facultad de Derecho de la UBA dictó una resolución con la cual se modifica (otra vez) el plan de estudios de la carrera que nos compete. ¿En qué se diferencia con el plan 2004? Ni agrega ni saca materias del programa, pero sí hace un vuelvo rotundo en las correlatividades.

El plan de estudios 2004 (todavía vigente), podríamos decir, se basaba en la siguiente premisa: si la carrera de derecho son, supongamos 40 materias, si uno aprueba las 40 se recibe de abogado, sin importar el orden en que esas materias se aprueben (salvo una limitada gama de correlatividades). Así, entonces, uno rinde Derecho Constitucional sin haber rendido Teoría General del Derecho, o en Derecho Procesal como ejercicio práctico (y esto lo veo como ayudante alumno) hacen demandas sobre un caso pre-establecido (accidente de tránsito) sin en realidad tener la más pálida idea de qué es la responsabilidad civil, que es el daño, etc. Ni hablar de cursar Derecho Penal y Procesal Penal sin haber cursado Derechos Humanos, Derecho Constitucional, Teoría General del Derecho, etc. Y así las incongruencias son varias. La idea es entonces, acumular materias, sin importar el orden. Importa la cantidad, y no la calidad.

Ahora bien. Tenemos un nuevo plan de estudios (todavía no vigente, y cuya irretroactividad a alumnos que ya cursamos con el plan anterior según se comenta es casi un hecho, lo cual en sí no está mal, y no hace falta que me expida sobre este punto). ¿Cuál es la reacción del estudiantado en general? Asambleas, reuniones, fortuna en papelitos, gente que grita con el megáfono por los pasillos. No hace falta que me explaye, cualquiera que curse en Figueroa Alcorta lo puede corroborar fácilmente.

¿En qué se basa este nuevo plan de estudios?

En el plan 2004 uno en su primer cuatrimestre podía cursar las siguientes materias: Teoría Gral. Del Derecho, Teoría del estado, Derecho Civil (parte general), Derecho Penal y Procesal Penal, Análisis Económico. A su vez, una vez cursado Civil Parte General uno ya tenía acceso a materias como Derecho Comercial, Obligaciones Civiles y Comerciales y Procesal Civil.

El cambio ahora es rotundo en esa parte del cronograma. Se elimina Derecho Penal como materia de entrada a la carrera, y sus correlativas anteriores ahora son varias, a saber: Derecho Constitucional, Derechos Humanos y Garantías, y Teoría General del Derecho. ¿Es muy descabellado pensar que esto está BIEN?

El eje también se basa en Obligaciones, la cual es correlativa directa de Contratos, Comercial, y Derechos Reales. A su vez, para cursar Procesal Civil, va a ser necesario a su vez haber aprobado tanto Obligaciones como Derecho Constitucional.

Se cae de maduro que es un plan de estudios mejor, con sentido común. Respeta más los contenidos de las diferentes materias.

¿Pero qué sucede? Claro, Obligaciones es una materia larga, que varios caen (y con pocas cátedras robables). Y este argumento no es mío, lo dicen los propios papeles que entregan. Entonces ahora el estudiantado (en realidad los Centros de Estudiantes alternativos que se autoproclaman la voz del estudiantado) se quejan y quieren la vuelta al plan anterior. Según pude ver en los folletos que suelen entregar, ya no sólo se quejan de estas nuevas correlatividades, también lo hacen con respecto a las materias que el plan 2004 incorporó a la carrera (Ej. Finanzas públicas y Derecho Tributario).

¿A caso pueden estos individuos saber qué es conveniente para los alumnos en general cuando todavía a varios se los ve dar vueltas por las mismas aulas de la facultad, atascados en sus primeras materias?

Uno quiere creer que va a primar la razón y no el levantamiento de algunos. Uno quiere creer.


martes, 6 de mayo de 2008

Cómo unir al docente con los alumnos sin gastar plata

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Uno de los problemas que puede acarrear el estudio en un curso determinado, es la distancia que media entre el alumno y el docente. Cada uno tiene su vida, sus horarios, sus trabajos y sus actividades. Sus vidas confluyen tan sólo en un pequeño ámbito temporal semanal de hora y media o tal vez más: “lo demás, hableno con el adjunto”; “eso se lo preguntan al titular”; “los dejo que tengo una audiencia en 20”, “el otro lunes yo vuelvo y les digo”, “esa duda la dejamos para la otra semana”. Y es así que todo se diluye. La idea de una semana a la otra muere, la duda se olvida, el comentario se esfuma, etc.

Es característico de todo abogado que da clase el hecho de fomentar y festejar que su tarea de tutor se vea exclusivamente reducida a ese marco temporal ínfimo. Es claro que su tiempo vale oro y no es menester quedarse un minuto demás si quiera para contestar una duda o resolver alguna inquietud. Por lo general, ni bien sale de la clase, su celular mágicamente suena y alguna llamada harto importante ha de tener que ser contestada.

Pero dejemos de lado a los anteriores e imaginemos que nos anotamos en una buena comisión: ¿Cómo mejorar la comunicación interna? Dos cosas: el blog y el mail.

Simple: un correo el electrónico.

Tener un correo electrónico es gratis; partamos de eso para evitar eventuales quejas financieras de algún docente caprichoso. No cuesta nada tenerlo ni acceder a ello (se presume iuris et de iure que todos tienen posibilidades económicas para entrar a internet). No sólo es gratis sino que es una tremenda herramienta en una cátedra.

¡Docentes!, he aquí un imperativo: ofrezcan su correo electrónico.

No es necesario que sea el suyo personal, siendo posible –en su defecto– que hagan uno ad hoc para la cátedra. Es psicología básica estudiantil: el estudiante convive en un complejo de relaciones humanas que lo presionan y lo reprimen en múltiples dimensiones. Muchos quieren preguntar, pero no se animan. Muchos les gustaría discernir, pero no se animan. En llano: no está bien visto ser preguntón, ni curioso. No está bien visto preguntar algo que relacione un tema con otra cosa, con la realidad, con materias anteriores. ¿Para qué si no está en el programa?, ¿Para qué si no lo toman? La vida intersubjetiva estudiantil es complicada para quien tiene ganas de aprender.

Un correo electrónico permite desde un falso anonimato, que un alumno pueda presentarse tal cual es y ofrecerle su comentario, duda o reflexión. Allí verán que no todos son callados o colgados sino que tal vez no encuentran un verdadero ámbito que fomente el sacar a luz a todas sus capacidades.

El contenido del mail pasa a ser secundario: ya la persona tiene interés en algo. Vio el mail, lo anotó y lo escribió. Ya por eso, merece una respuesta (salvo insultos, claro). Saber una fecha, el título de un libro, o la respuesta a alguna duda puntual. Contestar un mail no va a robarle más de cinco minutos.

El blog, también gratis.

Se ha dicho de todo sobre los blogs. Pero si hay algo que no es discutible, es que es una tremenda herramienta de comunicación en un curso.

Nuevamente: es gratis. No requiere conocimientos técnicos especializados, es sencillo, accesible, rápido y multimedia. Puede ofrecer fotos, texto, videos, links, pdf´s y lo que se nos ocurra.

Pero además permite una organización rápida y clara en la cátedra. Implica la posibilidad de que el docente establezca la documentación “de rigor” (programa, plan, guía de clases, cronograma de exámenes, nombre y CV de los docentes, contacto) sino también sus comentarios, reflexiones, consejos u otras cosas que se le ocurra agregar.

Para el alumno es un golazo. Info rápida y sin moverse. Ve a un docente que puede dar reflexiones no académicas, recomendar una película, una foto, un video. Puede salirse de ese esquema conductista que rige en algunas aulas de derecho para mostrarse más abierto y directo. Puede generar debates, hacer trabajos prácticos de publicación vía comments, y un enorme etc.

En resumen: un mail y un blog pueden marcar una diferencia. Como siempre, de todo ello, damos fe.

Algunos ejemplos:

El Dr. Riquert y su cátedra de Derecho Penal I, UNMdP [Link]
Cátedra del Dr. Hendler, en la UBA [Link] (página muy buena)
Blog de la Dr. Camadro, UNMdP, Derecho Penal I [Link]
Dr. Trionfetti, Procesal Civil y Comercial, en la UBA [Link]

lunes, 5 de mayo de 2008

Encuentro de Blogs Jurídicos

Comisión Desorganizadora: Gustavo Arballo [clic], Alberto Bovino [clic] y Seba [clic]

Fecha: 7 y 8 de agosto.

Lugar: Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

La organización está en marcha. Interesados: mantenerse al tanto en el blog de Bovino: [acá]



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sábado, 3 de mayo de 2008

Cómo estudiar derecho sin hastiarse

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Este es el rótulo que le asignaba Juan Ramón Capella a uno de sus capítulos de su pequeña gran obra El aprendizaje del aprendizaje.

Es un librito cortito y al pie; con una prosa confidencial y casi familiar. El autor le habla directo al lector-estudiante, sin más, sin formalismos. Abunda el modo imperativo, el consejo, la broma, la confianza; como si fuese un susurro repleto de ideas valiosas para poder enfrentar tanto el estudio como la vida universitaria íntegra.

Si bien este librito va a dar mucha tela para cortar en este blog (sobre todo el fuertísimo primer capítulo respecto de los bienes de cultura en una sociedad de clases), nos quedamos ahora con un par de ideas para estudiar derecho sin hastiarse.

Veamos:

1. Ir a la facultad lo imprescindible.

Si se entra al aula, ello debe ser porque lo que se explica debe ser digno de nuestra presencia o porque es necesario para aprobar. Uno sabe claramente con tan solo 15 segundos de escuchar al abogado que da la clase si ésta habrá de ser una buena inversión de tiempo o un calvario que –con suerte– derivará en una siesta (si la ubicación de nuestro pupitre lo permite).

Pero claro, la trampa de las asistencias y su régimen calienta bancos nos toma por detrás: muchas clases son malas pero lo peor es que hay que presenciarlas. Hay que ir y decir “presente” (los más atrevidos usan el “acá”) para mostrar cuán firmes estamos en el seguimiento de la materia. ¡Vaya trampa! Lo primero que uno piensa en una situación así es “¡cuánto jugo podría sacarle a esta hora y media si estuviera en mi casa o en la biblioteca!”.

Como sea, a no sufrir. Si se puede faltar las clases prescindibles, hacerlo. Pasar tiempo en la biblioteca o en el bufete con alguna lectura puede ser mucho más redituable y ayuda a no fastidiarse.

2. No pretender aprender y tener buenas notas al mismo tiempo

Acá el autor toca una fibra sensible. Y es que realmente queremos aprender Y tener buenas notas; gustamos de ellas, vigilamos el promedio. Pero sí es verdad que las notas no reflejan nada más que el azar y sólo en excepción refeljan el esfuerzo. Una nota es resultado de un conjunto de circunstancias que se reúnen en un lugar y en un tiempo determinado que permiten atribuir a nuestro conocimiento un valor numérico determinado. Tomás sabe 8 (ocho) de Administrativo. Cayo sabe 2 (dos) de Procesal Civil.

He aquí una obviedad: son injustas las notas, claro; pero también se puede tener gusto por ellas y tomarlas como un desafío. Buscarlas, ingenuamente, para lograr mejorarse a uno mismo. Si uno da un buen examen, cita a más autores de los dados, si cambia el libro de la cátedra por otro mejor, si menciona el artículo del Código pero también lo que dijo Vélez en su nota, si se hace un poquito más que la media todo eso redunda en un docente que –si se tiene suerte- lo habrá de notar, y actuará en consecuencia. Quienes escribimos este blog hemos festejado todo tipo de notas:

1. El 10 (diez) que sale del examen demasiado fácil. Vulgarmente conocido como "robo"
2. El 10 (diez) que sale del examen para el cual uno se preparó con empeño. Es el que más vale y el que uno más festeja.
3. El 2 (dos) inmerecido. Quién sabe qué pasó, mal día o mal humor del profesor. No se entiende el por qué.
4. El 2 (dos) merecido. Poco tiempo de estudio, cuestiones que impidieron preparar bien la materia: desinterés, problemas personales, coincidencia con fechas de otros parciales, etc.

En sumario: la nota que revela el esfuerzo es la excepción. Y ojo: vale la pena buscarla; si uno se esfuerza se puede vencer al azar e intentar tener un buen promedio. Esto último confiamos en que puede tener ciertos beneficios a futuro (acceso a alguna beca, trabajo, investigación, mero orgullo personal,etc.). Si bien el autor considera a las buenas notas y al aprendizaje una realidad casi incompatible nosotros preferimos no ser tan rigurosos. Simplemente no tenerlas como único fin ni deprimirse demasiado cuando ellas no hacen justicia.


3. No angustiarse con las preocupaciones de estudio ajenas. Aun siendo individual el aprendizaje, sumarse con otras personas o profesores en el camino


Este es un tema que surgió en algún comentario a una entrada de Gustavo Arballo en torno al por qué estudiar derecho. En ese momento decíamos algo así:

La clave para llevar una buena carrera no sólo es la elección de buenos cursos como dijo Ab [nos referimos a Alberto Bovino] sino la elección de buenos compañeros. Digo compañeros antes que amigos. Si aquéllos se transforman en éstos mejor. Pero la clave también es estar con gente que en un bufet de la facultad te haga sentir cómodo si discutís sobre bibliografía, papers, material, criticás a los profesores, y por supuesto estudiás (dentro de los límites acotados del estudio en grupo en derecho).



Y es así. El derecho se aprende solo. El estudio, a fin de cuentas, es individual. Pero el gusto por el estudio (de eso se trata este título) puede fomentarse con un grupo que incorpora la posibilidad de la discusión. De tratar temas y de intercambiar material. Eso ayuda. Y como dice el autor: no contagiarse de las preocupaciones o miserias estudiantiles ajenas. No es egoísmo, recordemos, es intentar hacer del estudio algo placentero. A fin de cuentas vamos a la facultad para aprender lo que, con suerte, nos dará de comer el día de mañana.

Al abogado que da clase no le interesa en lo más mínimo el alumno o las ganas de saber tal o cual detalle. Va, firma, da su catequesis en la hora y media, pregunta falsamente por alguna duda que alguien pueda tener y se va a hacer lo que verdaderamente le interesa (todo menos ser docente).

Pero el abogado docente sí responde cuando uno le pregunta. Sí presta libros cuando uno se los pide y sí responde el mail cuando uno se lo escribe. Damos fe de eso y creemos que ayuda mucho; inspira, motiva al alumno. Mario Pergolini siempre dice que hay mucho garca dando vueltas; nosotros decimos que hay muchos buenos docentes abogados dando vueltas también.


4. Consumir material no jurídico

Acá el autor pega en el blanco. La conciencia crítica y la sensibilidad frente a la realidad no se construyen leyendo sólo doctrina y jurisprudencia. Ver películas, novelas, cuentos, poesías, pinturas, músicas, todo ello hace al aprendizaje y a cierta madurez intelectual. Leer el diario, estar informado, saber qué pasa al rededor. Leer sus historietas, sus dibujantes, caricaturas. Ver algo de Kubrick o leer algo de Orwell puede llegar a ser un excelente complemento para el estudio, por ejemplo, de los derechos personalísimos en algún tratado de Derecho Constitucional. Consumir sólo material jurídico es el ticket directo al hastío.


Algunas aclaraciones

La distinción entre abogado docente y abogado que da clase nos pertenece y no se la imputamos al autor. El hecho de que un abogado vaya una facultad y le paguen por estar en un aula, no implica que se haga merecedor del rótulo de docente que, creemos, implica algo más que eso.

Sobre el autor, su libro, y lo demás.

¿Quién es Juan Ramón Capella? Es un catedrático de la Universidad de Barcelona, jurista, filósofo político y político filósofo. Acá hay algo más de info sobre él.

¿Dónde consigo el libro? Complicado. Puede que en alguna librería lo tengan, pero no tiene edición cercana. Lo edita Trotta en españa, por lo que conseguirlo acá es harto costoso (€).

* edit:

¿De qué trata el libro? Habla de los bienes de cultura (una visión marxista introductoria sobre la Universidad), las clases, los modos de aprendizaje, los profesores, estar en clase, los libros, los coeducadores principales, los seminarios, la ocupación del espacio cultural, exámenes aprobados desaprobados y las chuletas (machetes), la dificultad actual de la Historia del Derecho, la organización de la Licenciatura (recordar que allá uno se recibe de Licenciado en Derecho y sólo luego de matricularse se es abogado), cómo estudiar derecho sin hastiarse (fuente de la entrada), un brillante porvenir y las bibliografías. Hay pliegos con bromas, anécdotas, poesías, recomendaciones fílmicas y un enorme etc.

viernes, 2 de mayo de 2008

Mandamientos


Eduardo Juan Couture (1904 - 1956 Uruguay) fue uno de los grandes exponentes del derecho procesal latinamericano, quizás uno de los más grandes que haya dado esta parte del globo. Hoy queremos compartir una de sus enseñanzas: los mandamientos del abogado.

1. ESTUDIA

El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado.

2. PIENSA

El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.

3. TRABAJA

La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de las causas justas.

4. PROCURA LA JUSTICIA

Tu deber es luchar por el derecho; pero el día en que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia.

5. SE LEAL

Leal con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú dices; y que, en cuanto al derecho, alguna que otra vez debe confiar en el que tú le invocas.

6. TOLERA

Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya.


7. TEN PACIENCIA

En el derecho, el tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.

8. TEN FE

Ten fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como destino normal del derecho; en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia. Y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia ni paz.

9. OLVIDA

La abogacía no es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu alma de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.

10. AMA TU PROFESION

Trata de considerar la abogacía de tal manera, que el día en que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti, proponerle que se haga abogado.


¿Peca de idealista Couture? ¿O propone algo que aunque difícil, podría lograrse? Todo puede debatirse, lo cierto es que tan distintas serían las cosas si esos "mandamientos" fuesen la regla del día a día del abogado (y del estudiante, ¿por qué no?).

jueves, 1 de mayo de 2008

Recomendados para la biblioteca. Hoy: Nino.

Disclaimer

El hecho de ser estudiantes de abogacía no nos da el título de sabelotodos (creemos, tal vez, lo contrario), pero sí cierto tupé tácito para poder recomendar algunas obras conforme vamos cursando las distintas materias. De hecho, si algún estudiante de Polimodal (¿o acaso ahora tiene otro nombre?) está pensando en inmiscuirse en el mundillo de "lo jurídico", es probable que este post le resulte interesante.

Recomendamos, en quieroserabogado, el libro "Introducción al análisis del derecho" de Carlos Santiago Nino. Una obra completa de un autor cuyo prestigio será tratado en otra oportunidad. Su publicación data de los inicios de la década del ochenta.

De qué habla

El título es bastante claro. Es una introducción al mundo del derecho y de su análisis: incluye las complejas disputas en torno a la definición del propio objeto de estudio de una ciencia jurídica (si es que ella existe), los problemas hermenéuticos, la relación derecho-moral, problemas lingüísticos, epistemológicos, las posturas meta-éticas que circundan al derecho (capítulo que consideramos formidable) y todo lo necesario para entrar con el pie derecho al estudio de la carrera.

Y ojo. Nino no escribe en la superarchienroscada sintaxis que algunos autores gustan de presentar, sino que escribe de manera llana y entendible; sin barroquismos ni lucimientos lingüísticos. Apto para todo público, estudiante o no estudiante. Explicaciones claras, ejemplos ilustrativos (basta leer los votos ficticios de los jueces Sempronio, Ticio y Cayo para entender al iuspositivismo, al iusnaturalismo y la pluralidad de corrientes que de ahí se desprenden) y una distribución de los contenidos que no deja tema sin tocar.

Si el lector está en los primeros años de la carrera, allá por el CBC o materias como Teoría General del Derecho o Filosofía del Derecho, este libro es un must. He aquí una obviedad: citar a Nino en un examen, creemos, tiene un peso un tanto mayor a responder una pregunta de con las definiciones de un modulo/compendio/apunte que haya sido encontrado en algún rincón de Impresiones.

Es una obra introductoria y una obra infaltable. Estudiante, egresado o mero interesado en el derecho.


Nombre: Introducción al Análisis del Derecho
Editorial: Astrea
Páginas: 496
Link para su compra: [acá]
¿Hay usados? Sí claro, [acá]

Prefacio

Dicho y hecho entonces. Esto que nace como un proyecto de miércoles por la noche, ya está en la web, y promete ser, esperemos, un inciso más en la lista de algún Favorito. ¿Qué se va a encontrar acá? De todo un poco, o de todo mucho: todavía no lo definimos
Presentada una mitad, falta la otra: me llamo Nicolás. Ah!, y también quiero ser abogado.

Permiso....

Probablemente el inicio de todo blog se da desde la más pura soledad. No estamos en los buscadores, no tenemos lectores frecuentes y tal vez tampoco tengamos muy en claro a dónde se supone que éste recoveco del ciberespacio nos va a llevar.

Pero allá vamos, y le vamos a poner pilas.

By the way, llámome Tomás, soy estudiante de Abogacía, y me doy por presentado.

Buenos días.