.La organización del
Beer&Bloggers me dejó picando una reflexión, que aquí mismo tipeo. Frente al mar y con un cortado en jarrito y una medialuna salada. Ñami.

Es común que en las facultades de Derecho (y de otras carreras, claro) existan charlas, conferencias o debates abiertos. Sea que algún geniecillo viene a dar una charla en su paso por el país o por la ciudad, ya sea invitado por la facultad o por alguna agrupación estudiantil, o que -en el contexto de un conjunto o
set de encuentros de temáticas en común- algun profesor de la casa ofrezca sus conocimientos al auditorio estudiantil.
He ido a muchas, sin duda. Muchas, muchas; tal vez por ser curioso. En realidad parto de la premisa de que toda persona que habla detrás de un micrófono, escritorio o cualquier entidad que la separe del llamado "
auditorio", considero que lo hace porque
algo tendría para decir y ese
algo tal vez me sea interesante. A veces resulta así y a veces todo lo contrario.
Lo curioso, y que siempre me llamó la atención, es que muchas veces en los afiches se aclara que "
se entregan certificados". La lógica es clara: se entrega un papel que dice que
alguien estuvo en
un determinado lugar donde se habló de
una determinada cosa.
Y es más curioso que al día siguiente de la charla muchísima gente va a pedir sus certificados. Pero no termino de entender para qué.
Me han ofrecido muchas veces al grito de "
che, ¿no querés el tuyo?". Y dije que no; no de mala onda sino con aires de no entender para qué necesitaría un papel que me diga que fui a un lugar a donde yo ya sé que fui. Claro, es para que
otro sepa que
yo fui a un lugar. ¿Pero para qué?
Especulo tres ideas, planteadas en la onda "Texto jurídico" y esa insoportable costumbre de a todo llamarlo "tesis" o "teoría". Ahi van:
La tesis laboralista: Primero pensé que esas personas trabajaban o habían faltado a algun otro lado y tenían que presentar una constancia. Tal vez así se les bonificaba algún dinero, o se les permitía faltar aun cuando no les pagasen, etc. Pero ví que no venía por ese lado.
La tesis nostálgica:Después pensé en el
souvenir; tal vez buscaban tener un recuerdo de aquél grato momento. Pero tampoco. Una charla no es una fiesta de quince. No tendría sentido.
La tesis curricular:Después pensé que era para agregar al currículum, que según ví, parecía la respuesta más acertada. Pero aun así no termino de comprender cuál es el criterio. Si uno agregase todas las "charlas" que va en su vida universitaria, el currículum tendría páginas y páginas fechas y temáticas y oradores. El currículum pasaría a ser un
mire lector a todo lo que fui. A mí me dijeron tres cosas sobre el currículum alguna vez: que sea breve, que no sea patán
(1), y que partas de la premisa de que el lector no es idiota.
Me cacho, sigo sin entender. ¿El decir que uno
fue a una charla o conferencia implica decir "yo ahora sé lo que esta persona dijo"?
Qué se yo. La cosa es que después de todas las charlas la gente pide inmediatamente el certificado. Yo no pedí ninguno y si me lo dieron lo tiré. No de rebelde, insisto, sino de ignorante: desconozco su utilidad.
Capaz al recibirte te piden un mínimo de 50 y yo esa línea del plan de estudios no la leí y me reciba cuando vaya a 50 charlas pidiendo el papelito. O tal vez realmente esas cosas vayan al currículum y alguien diga "
qué importante, este pibe fue a una charla del Dr. Montoto sobre las nuevas visiones del muro encaballado.
¡Es un crac!".En unos cuatrimestres les cuento.
PS: Para la lectura de esta entrada no se entregarán certificados.
(1) Patán como palabra justamente ambigüa que denota la actitud de mostrarse al mundo como un genio en todo. Esas conclusiones las tiene que sacar el lector dado el caso.
(Nobleza Obliga) El dibujito que figura en esta entrada pertenece a la tira "Batu" del dibujante Tute. Pueden encontrar sus supergeniales trabajos en [ésta, su página] o en su blog [acá] o en la sección "humor" de lanacion.com